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lunes, enero 05, 2009

Pánico en el Concorde

Este domingo pusieron en la tele una de esas cosas que denomino «cutrepelículas», y de las que tanto disfruto, titulada Pánico en el Concorde. Dado que era la hora de comer, y que mis nenes son bastante ruidosos, no me enteré demasiado de la trama, salvo el hecho de que la acción transcurría en el interior de un Concorde. Pero sí pude fijarme en algo para lo que no necesitaba conocer el argumento: el interior del avión. En la película, vemos el interior característico de un avión de pasajeros convencional, relativamente «amplio», y una cabina de piloto bastante diáfana y moderna.

Digo relativamente amplio porque, aunque los que hayáis viajado en avión podréis atestiguar que de amplitud nada, el interior de un Concorde es todavía más estrecho, casi claustrofóbico. Los asientos son más estrechos de lo habitual, distribuidos en dos filas de a dos, con un pasillo central, en clase única. La altura del techo es bastanta baja, llegando tan sólo a 1,80 m en su parte más alta, y los portaequipajes sobre los asientos son muy pequeños. Y la cabina del piloto es igualmente pequeña, hecho que se acentúa al estar repleta de aparatosos mandos e indicadores sin dejar casi un hueco, debido a que desde su puesta en funcionamiento allá por los 70, la aviónica del aparato no se ha modernizado (y ya no lo hará jamás, puesto que se han retirado del servicio todos los aparatos).

Imagen del interior de la cabina del piloto de un Concorde

El avión en sí es relativamente pequeño. Hace un año visité Disneyland Paris, y pude ver desde el exterior el Concorde que está expuesto en el aeropuerto Charles de Gaulle. Al principio creí que se trataba de un modelo a escala. Pero no, era uno de los de verdad.

Y todo esto no era por capricho ni racanería, sino por algo muy sencillo: un vuelo supersónico es muy diferente a un vuelo subsónico. El comportamiento del aire es distinto, debido sobre todo a la onda de choque producida por desplazarnos más rápido que el sonido que generamos (recordar que el sonido son variaciones de presión en el aire), y eso afecta a la forma misma del avión. Sus características alas, por ejemplo, no tienen nada que ver con las del resto de aviones comerciales, así como su morro punteagudo está muy lejos de las formas redondeadas de los morros de aquéllos.

Por otro lado, a esas velocidades la resistencia del aire es mayor (aunque el incremento no es lineal, y presenta peculiaridades, como el aumentar muchísimo cerca de Mach 1, para luego descender), por lo que es conveniente volar más alto, donde la densidad del aire es menor. Y eso implica que la diferencia entre la presión en cabina y la exterior es mayor, siendo necesaria una estructura más resistente, y la decisión de reducir el tamaño de las ventanillas en un 50% (tengo entendido que para reducir también el ritmo de descompresión en caso de una rotura). Imagino que el pequeño tamaño de las ventanillas es lo que engaña cuando uno ve un Concorde en el aire, sin ninguna otra referencia para comparar, y nos parece más grande de lo que realmente es.

Foto del interior de un Concorde, que muestra a las azafatas repartiendo el catering a los pasajeros

Como no soy un especialista en aeronáutica, podéis conocer detalles sobre el Concorde y el vuelo supersónico en el blog de Juan de la Cuerva (otra vez). Lo importante a tener en cuenta es que la problemática de diseñar un avión de pasajeros supersónico, trajo como consecuencia un aparato realmente estrecho. Podéis leer una experiencia sobre un vuelo en Concorde, en el blog GarajeKubrick.

Nada de esto aparece en la película, donde (como ya he comentado), el interior tiene la apariencia y dimensiones de un avión de pasajeros normal y corriente. La cabina del piloto también era más grande, además de moderna, con un número de aparatos más reducido.

2 comentarios:

  1. Yo también la película y compañero Alf, tienes Malaciencia por un tubo. Me gustó mucho una secuencia en la que, no se para que carajo, abren una puerta/escotilla de par en par y parece mentira que volando a velocidad Mach 2,23 (2.405 km/h) y alrededor de 61.000 pies (18.300 m) (según la wikipedia) no se vea más que una ligera brisa en el flequillo del protagonista, que no haya nada, NADA de despresurización y que la temperatura, estando entorno a los -28ºC y lo -35ºC no tenga ni un solo efecto... en fin, la malaciencia es lo que tiene

    Felicidades por el blog y por el año recién comenzado

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  2. Abundando en el comentario anterior, no es posible abrir una puerta en vuelo a no ser que previamente se haya despresurizado la cabina.

    Las puertas de los aviones se abren hacia adentro (luego se giran por un lateral y salen hacia afuera. Precisamente se hacen así para que la mayor presión en cabina respecto al exterior impida esa apertura "accidental" o intencionada en vuelo.

    Como mucho podría ser que por debajo de 10,000 pies (unos 3000m aprox.) y con esfuerzo se pudiera conseguir, no tengo ahora mismo datos para conocer la presión de cabina para conocer a que altitud correspondería según una atmósfera ISO, pero esos 10,000 pies puede ser una referencia aproximada.

    Un saludo.

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